Hoy a las 6:30 p. m. recibí el siguiente correo electrónico de Fernando Tuesta Soldevilla, director del Instituto de Opinión Pública (IOP) de la PUCP:
Como en todo recorrido profesional hay etapas que concluyen. Este es mi caso. A fin de este mes, dejo la dirección del Instituto de Opinión Pública (IOP) de la PUCP, después de haber fundado y dirigido, por cerca de casi seis años, esta unidad de la universidad. Si a lo largo de estos años se pudo entregar estudios e información sistematizada de calidad, esto fue posible gracias al personal profesional y a un nutrido equipo de estudiantes que se comprometió con los objetivos del IOP. En lo que mi respecta, seguiré ejerciendo la docencia en mi calidad de profesor principal de la PUCP y concentrándome en mis investigaciones, algo postergadas en estos últimos tiempos. Solo me queda agradercerles por la confianza depositada en mi trabajo, lo que constituyó siempre, un estímulo permanente. Muchas gracias
Fernando
Fernando Tuesta Soldevilla
Director
Instituto de Opinión Pública
Pontificia Universidad Católica del Perú (PUCP)
Dudé de la veracidad del mensaje, así que le pregunté en Twitter y, minutos después, el propio Tuesta confirmó el anuncio:
De inmediato, empezaron a surgir los rumores de que podría estar en camino alguna posición en el próximo Gobierno. Esperaremos para ver si los rumores son ciertos.
Se lo pregunté a Keiko Fujimori en una entrevista que le hice en el 2008, ella lo negó y la mayoría me dijo que estaba loco por siquiera pensar en ello. Hoy esta posibilidad suena cada vez con más fuerza.
Foto: RPP
El país está sumamente polarizado y fragmentado luego de las últimas elecciones presidenciales y cada vez más analistas le están echando la culpa a García de ser la causa de la frágil situación en la que está el Perú debido a que se concentró en el crecimiento de la economía y no en la redistribución de la riqueza.
Alan García ha manifestado su interés en volver a ser presidente en el 2016. Para ello, necesita irse el 28 de julio con el mayor índice de aprobación que le sea posible. Inaugurar el primer tramo del Metro de Lima (nombre que irá dejando de lado el de tren eléctrico, en una estrategia de marca que busca que no recordemos los fantasmas de su primer gobierno) y el Estadio Nacional, entre otras notorias obras que deja en sus últimos días, no le dará los puntos necesarios para ello. Necesita ganarse a una buena porción del electorado con algo que cale hondo en sus corazones y les dure estos cinco años.
Alberto Fujimori está viejo y enfermo. Sacarlo de prisión moverá el corazón de muchos, además del de los fujimoristas apasionados. Así, García se iría con la fidelidad garantizada no solo de los apristas y sus amigos más cercanos, sino con un alto porcentaje de adhesiones, gracias a un gesto que quedará grabado en sus corazones hasta el 2016.
Y es obvio que los puntos en contra de una decisión de este calibre no pesarán ni durarán tanto como los puntos a favor.
Sabemos bien, además, que Alan García es especialista en desestabilizar al enemigo para salir ganando. Con Fujimori indultado, Ollanta Humala empezaría su gobierno con una papa caliente y aplastado por dos únicas alternativas: O respeta el indulto y le saltan al cuello las ONGs que velan por los Derechos Humanos (que le harán la vida imposible durante todo su gobierno con un tema muy sensible en el que tiene rabo de paja), además de perder el respaldo de una buena cantidad de antifujimoristas que votaron por él, o lo anula y persigue a Fujimori para volver a meterlo preso, lo que le tiraría encima -con más rabia- a los miles (tal vez millones) que apoyaron la decisión de Alan. En ambos casos, García gana.
Además, el actual presidente le debe numerosos favores a los fujimoristas, en especial por su apoyo en el Congreso.
La decisión de indultar a Alberto Fujimori podría ser el as bajo la manga de Alan García con vistas a su deseado retorno el 2016.
Encuestas a boca de urna: Muestra estadística que puede tener hasta 4 % de margen de error.
Conteo rápido: Muestra estadística con alrededor de 1 % de margen de error.
Resultados de la ONPE: Se cuentan los votos a medida que van llegando, en orden. NO son una muestra estadística. Pueden ver el avance aquí.
Es como si uno tuviera una pastelería y van llegando pasteles de distintos sabores, uno tras otro, en desorden. Puede ser que en el primer envío reciban más pasteles de un sabor y en el siguiente más de otro. No se puede concluir que un sabor tendrá más pasteles al final. La cantidad exacta de pasteles de cada sabor solo se sabrá cuando lleguen todos y sean inventariados.
En el caso de los conteos rápidos de las encuestadoras, se toman mesas representativas en todo el país y el extranjero y se realiza una muestra que tiene como margen de error aproximadamente +/- 1 %. Es por ello que las tendencias iniciales de la ONPE irán cambiando a medida que lleguen más actas de lugares alejados.
Eso irá estabilizando y sincerando el conteo y, a medida que la ONPE se acerque al 100 % del procesamiento de las actas totales, recién veremos cómo se van acercando a los conteos rápidos de las encuestadoras (tal vez no en porcentajes finales, pero sí en cuanto a las posiciones de los candidatos).
Conclusión: Los conteos rápidos son más confiables y cercanos a lo que será el resultado de la ONPE al 100 %, que recién conoceremos en unos días.
A continuación, el enlace al artículo que escribí luego de la primera vuelta, en el que incluyo la multiplicación que se debe hacer para saber el avance real del conteo de votos en la ONPE: http://j.mp/gHDbWt
Presten atención a este Power Point que preparé hace varios meses y que he podido mostrar en cursos y eventos a alumnos de tres universidades: UPC, Alas Peruanas y Garcilaso de la Vega.
Estoy seguro de que esta presentación ayudará a muchos a comprender mejor algunos de los sucesos de las últimas semanas.
Luego de haber hecho algunas preguntas a los candidatos Keiko Fujimori (@keikofujimori) y Ollanta Humala (@Ollanta_HumalaT) a través de Twitter, y quedándome claro que no entienden que dicha plataforma no es una pared para su grafiti virtual ni un club de fanes, sino una que alienta la interacción y que deberían aprovechar para responder las inquietudes de sus seguidores (no necesariamente simpatizantes), he tomado la decisión de dejar de seguir a las cuentas de ambos candidatos.
Las plataformas 2.0 no son panfletos electrónicos, son recursos para la interacción y la resolución de dudas de los usuarios, en especial cuando se trata de personajes que pretenden conducir nuestra nación.
Reafirmo, además, que votaré viciado en la segunda vuelta y mi compromiso de mantener una actitud vigilante frente al próximo gobierno, ya que considero que ambos candidatos reúnen las características psicológicas necesarias para convertirse en gobernantes autoritarios y tienen un pasado y formación que no les permite gozar de mi confianza.
Si el próximo gobernante intenta en algún momento desconocer los principios democráticos que lo elevaron al poder, lo haré saber a través de las plataformas de expresión que tenga a mi disposición y, de ser necesario, saldré a las calles para apoyar iniciativas pacíficas y democráticas que le exijan el respeto a los derechos constitucionales de todos los peruanos.
Hace unos días empezó a levantarse en la Internet, por un lado, una creciente ola de preocupación y, por otro, una de dudas, ironía y sarcasmo.
Entre bromas de los no creyentes y alarma de quienes esperan que la profecía bíblica del fin de los tiempos se cumpla sin el extremo dolor que anuncia el libro del Apocalipsis, surgió la errónea idea de que el "profeta" que lo anunciaba, el predicador de noventa años Harold Camping, dio como fecha del cataclismo final el 21 de este mes. Sí dijo que nadie sabía qué iba a pasar exactamente ese día y que millones de personas morirían, pero no que el mundo se acabaría de una buena vez. Sus cálculos explicaban que la Biblia predecía una serie de eventos progresivos.
Pasadas las seis de la tarde, hora para la cual se anunciaba la apertura del juicio de Dios, los comentarios en Twitter, Facebook y demás comunidades virtuales donde compartimos contenidos apuntaban a que el "profeta" Camping se había equivocado. Y los medios de comunicación, que el 21 de mayo publicaban con obvia sorna "hoy es el fin del mundo", anunciaban un par de días después que el predicador estadounidense había "reprogramado" el último día de nuestra existencia.
Evidentemente, mi mayor inquietud no la causaron ni la profecía ni su incumplimiento, ya que desde hace siglos aparecen predicadores que anuncian el gran final, con fecha, hora y hasta segundo de precisión. Ese no es cuento nuevo y no era para ser tomado en serio. Desde que Jesús fuera citado en la Biblia refiriéndose al día final que "no pasará esta generación hasta que todo esto acontezca" (Mateo 24:34), miles de "profetas" se han arrogado la exclusiva. Esta vez nos tocó sufrir a Harold Camping, cuyos cálculos habían fallado en dos oportunidades anteriores: 21 de mayo de 1988 y 7 de septiembre de 1994.
Harold Camping
Mi intranquilidad fue motivada, que quede claro, porque la mayoría de medios de comunicación, incluso los más respetados (y no solo en el Perú), no difundieron correctamente la noticia. Que si era verdad, que si era engaño, que si era negociado del viejo predicador, eso es irrelevante en este análisis. Lo preocupante, en mi calidad de comunicador y profesor, fue lo sencillo que me fue diagnosticar una pandemia de mala comprensión de lectura.
Bastaba con darse una vuelta por Google. En todas las explicaciones de Camping y de quienes lo citaban, la interpretación era muy sencilla: El Juicio Final empezaría el 21 de mayo del 2011 y duraría cinco meses. El día del fin del mundo sería, entonces, el 21 de octubre. Así lo dijo desde el primer día. Tan simple como sumar 5 + 5.
¿De dónde sacaron entonces tantos periodistas la versión de que el día final sería el 21 de mayo? ¿De dónde salió que el 22 de mayo, el temible "día siguiente", no habría suelo que pisar y que todos habríamos sucumbido calcinados por las brasas de la ira celestial?
Mi conclusión más simple es que a veces los periodistas repiten los errores sin tomarse un par de minutos para revisar otras fuentes. Reciben un cable de una agencia, lo ven en la Internet, lo leen en un medio del extranjero y, como hay que cumplir con el plazo, no investigan, no buscan más y solo repiten. Como loros, sí señor.
Sin embargo, siendo un poco más malicioso, puede que no sea ignorancia (en el peor de los casos) o lasitud (tratando de ser más comprensivo), sino solo una opción por el sensacionalismo. Podría ser. Es que vender bien la edición del 21 de mayo y que la misma noticia quede disponible para el 21 de octubre no es una oportunidad que un medio que entienda dónde está el negocio deba desaprovechar.
Un video en el que queda clara la explicación de las fechas (minuto 1:10):
Y hay varios enlaces que cualquier periodista pudo encontrar antes de redactar la noticia. Sería inútil copiarlos aquí. Si entran a Google y escriben Harold Camping, "la hacen".