viernes, 20 de enero de 2017

La fiscal, su hermana misionera y el Sodalicio

Fiscal María del Pilar Peralta Ramírez interrogó a Figari en Roma (foto: difusión)

Ya todos conocemos a María del Pilar Peralta Ramírez, la fiscal que investigó a Luis Fernando Figari y otros miembros del Sodalicio acusados de cometer los delitos de abuso sexual de menores, asociación ilícita para delinquir, secuestro y lesiones graves. Y no la conocemos precisamente porque llevara adelante una investigación seria, sino porque el lunes archivó la denuncia usando argumentos que gran parte de la población ha rechazado y que han provocado indignación por la sensación de impunidad que deja. En una columna que publiqué hace dos días en Perú21.pe conté algunos detalles de mi experiencia con la fiscal e incluí mis reacciones a su cuestionada decisión.

Ahí cuento que ella habló de una pariente suya que era misionera. En ese momento me pareció una simple anécdota familiar, pero nuevos datos abren sospechas dignas de atención.

La pariente

La fiscal María del Pilar Peralta Ramírez, titular de la 26° Fiscalía Provincial Penal de Lima, tiene una hermana que pertenece a los Misioneros Combonianos del Corazón de Jesús (MCCJ), "congregación religiosa, esencialmente misionera, internacional, presentes en cuatro continentes", según su web oficial de España.

Rosa Peralta Ramírez es una "limeña enamorada de Jesús que se consume en la llama de ese amor tan grande por el prójimo", según el blog Prensa Franciscana del Perú. Y pertenece a la congregación hace casi treinta años.

ACI Prensa y el misionero comboniano

ACI Prensa es la agencia de noticias del Sodalicio. En su web narran así su nacimiento: "Fue fundada el 13 de marzo de 1980 por el misionero comboniano alemán Adalberto María Mohn (+1987), quien estableció un directorio compuesto por laicos católicos. Su director es Alejandro Bermúdez Rosell", un antiguo y muy activo sodálite, como lo reconoce aciprensa.com: "La sociedad de vida apostólica [Sodalicio de Vida Cristiana] fundada en el Perú –a la que pertenece el director de ACI Prensa, Alejandro Bermúdez (...)".
Alejandro Bermúdez,
sodálite y director de ACI Prensa

No habría nada de malo en que su fundador sea un misionero y tampoco que fuera comboniano. Al fin y al cabo, ACI se fundó como un proyecto católico. Sin embargo, cuando fui miembro del Sodalicio nos contaron ahí dentro que poner al comboniano como fundador fue una jugada de Luis Fernando Figari para darle seriedad y una supuesta independencia a la agencia de informaciones que, en realidad, fundó él. Recordemos que el Sodalicio recién recibe la aprobación de la Iglesia el 8 de julio de 1997, de manos de Juan Pablo II.

El exsodálite Martín Scheuch corrobora esto en su blog, en una publicación del 2014 titulada SODALICIO Y ACI PRENSA: REVELACIONES DE UN INSIDER:

"ACI Prensa nació en 1980 como un proyecto sodálite bajo el nombre de ACI (Agencia Católica de Informaciones), siendo su primer director Alfredo Garland Barrón, un sodálite (...). Claro que la figura fue otra. ACI fue presentada desde el principio como una agencia independiente fundada por el P. Adalberto Maria Mohn, misionero comboniano, amigo de Figari y Garland, quien había conseguido el apoyo económico para dar inicio a este proyecto. Lo cierto es que el P. Mohn tuvo siempre una participación mínima en la gestión periodística de ACI, y a su muerte en el año 1987, Figari eligió a Alejandro Bermúdez, otro sodálite, como nuevo director de la agencia".

De Kenia a Roma

Según el blog Noticias Franciscanas del Perú, la misionera comboniana Rosa Peralta radica en Kenia, África, donde ayuda a la comunidad, "en especial a las niñas a seguir estudiando, niñas que han sido víctimas de traficantes sexuales". Supongo que debe ser, entonces, una religiosa sensible a los temas que su hermana fiscal ha estado investigando.

Rosa Peralta en Kenia (foto: Google+)
Desde el 10 de octubre del año pasado, la fiscal María del Pilar Peralta estuvo en Roma para tomar la declaración de Luis Fernando Figari en el contexto de la investigación que archivó hace unos días al no encontrar responsabilidad en los sodálites denunciados.

La misionera Rosa Peralta Ramírez también estaba en Roma en esos días. Cerca de ella. Y de Figari.

La periodista Paola Ugaz, que cubría para lamula.pe las actividades de la representante del Ministerio Público en Roma, y el abogado de los denunciantes, Héctor Gadea, afirman haber visto a la hermana de la fiscal Peralta el segundo día, en el cual se produjo la declaración de Figari. Estuvo dentro del Consulado, que es donde el fundador del Sodalicio acusado de abusos sexuales, físicos y psicológicos fue interrogado por varias horas por la fiscal Peralta. Ya de noche, terminada la diligencia, según cuenta Ugaz, la fiscal tenía antojos de pollo a la brasa "porque dijo que no le gustaba la comida italiana". La fiscal y su hermana salieron juntas.

Esta relación fraternal de la autoridad que investigaba a Figari, verdadero fundador de ACI Prensa, y la cercana amistad del también fundador del Sodalicio con un misionero de la misma congregación a la que pertenece la hermana de la fiscal podría haber influido en la decisión de Peralta. 

Ante esta nueva información, es necesario que el fiscal de la Nación inicie de inmediato una investigación seria. De comprobarse que existe un conflicto de intereses, el siguiente paso debería ser anular todo lo actuado por ella y pedir a otro fiscal que lleve adelante una nueva investigación.

Por lo menos la fiscal Peralta debió ser transparente e informar esto antes de asumir la responsabilidad que le fue encargada. Así el fiscal de la Nación podría haber decidido si ella era o no la persona idónea para este delicado caso.

El Sodalicio y las mandarinas [publicada el 18 de enero en Perú21]

Jose Enrique Escardó: "Le dijeron a medio mundo que era
un mentiroso, que era el anticristo".
La fiscal comía mandarinas parada a un lado de la puerta de su despacho. Hacía ya unos meses investigaba el caso Sodalicio-Figari. Dos días antes había tomado la declaración del superior general, Alessandro Moroni. Yo había decidido por cuenta propia visitarla. Le llevaba unos documentos que desmienten a Moroni. Me preguntó quién era. Le di mi nombre, pero no me conocía. Un rato después me contó que se notaba que Moroni (o el cura Baertl) estaban mintiendo. No recuerdo cuál de los dos. Se acabaron las mandarinas, o las archivó. Tal vez lo último, porque parece que eso hace cuando pela algo por encima y se cansa.
Me habló de una pariente suya que era o había sido misionera. En el África creo. Y me preguntaba por lo que me había pasado en las comunidades del Sodalicio. Apurado, resumí algunas cosas que escribí en mis columnas del año 2000. Abría los ojos, primera noticia para ella. Le conté también lo que se lee en el libro Mitad monjes mitad soldados, en el que uno de los primeros capítulos se titula “Escardó, el primer denunciante”. Y hay otro en el que cuento los abusos que sufrí en el Sodalicio. La fiscal respiraba hondo. No sabía. O sea, no había leído el libro cuya publicación motivó que, meses atrás, el fiscal de la Nación le pidiera que investigue a quienes son calificados ahí como victimarios. Me dijo que no iba a pasar nada porque el delito de abusos sexuales ya había prescrito. “Eso pasó hace más de 20 o 30 años”. Pero que por algo Dios la ponía en esas circunstancias. Que no era la primera vez. Ya había actuado en el caso de un cura que le trajo muchos problemas. Pero era su deber.
Este lunes archivó las denuncias. Como si fueran mandarinas. Moroni o Baertl ya no eran mentirosos. Desde el lunes lo eran los hermanos López de Romaña, Óscar Osterling y Pedro Salinas. Y yo también, aunque “se olvidó” de poner mi nombre en el comunicado. Tal vez porque dice que éramos mayores de edad cuando entramos al Sodalicio. Y eso es mentira. Porque yo hice promesa de Aspirante (ingreso formal al Sodalicio) el 8 de diciembre de 1986. Mi cumpleaños es el 9 de noviembre. O sea, casi un mes después de cumplir 17 años, ya era un sodálite de verdad. Y entré a comunidad a los 18 años recién cumplidos, eso sí. Pero la solicitud (con entrevista personal incluida) la presenté a mediados de 1987, cuando aún tenía 17 años, después de haberme lavado el cerebro desde sexto de primaria. Figari me puso en la lista de los elegidos cuando era menor de edad. Y Germán Doig intentó abusar sexualmente de mí en su oficina del Centro Pastoral de San Borja ese mismo año.
Tal vez “se olvidó” de poner mi nombre porque su comunicado dice que no tenemos problemas psicológicos causados por el Sodalicio. Y tal vez ella sabía que, hace varios meses, Ian Elliott, el irlandés experto en abusos contratado por el Sodalicio, concluyó que soy una de las víctimas y que necesito terapia. Voy desde hace cuatro meses y el Sodalicio la paga. Pero la fiscal dice que archiva porque no hay daño psicológico.
La fiscal no puede afirmar que fui víctima de lesiones psicológicas porque soy un hombre de “éxito”. Sí, por eso . Así de simplón. Pero los psicólogos que vieron a los cinco denunciantes y presentaron un peritaje de parte dicen lo contrario. Salinas ha contado que es porque uno de ellos conoce el caso. Con esa lógica, nadie nos podría hacer un peritaje psicológico. Es que esos peritajes no hablan de hombres de éxito, porque el éxito no solo tiene que ver con lo laboral, señora fiscal. También es haber logrado recuperar la confianza en los demás que se llevó los abusos, no haber perdido el rumbo en la vida, tener una relación saludable con la familia, los amigos, la pareja y todo nuestro entorno. Y mi peritaje de parte dice que no he podido conseguir eso, que tengo serios problemas. Pero la fiscal no lo aceptó. Y tampoco pidió que se reemplace con uno del psicoanalista que me ve desde hace cuatro meses, una vez por semana, pagado por el Sodalicio.
Tal vez por eso “olvidó” mi nombre en su comunicado. Porque para ella no soy nadie. Como no lo soy para Luis Fernando Figari, para quien no existo. Como no lo soy para el Consejo Superior del Sodalicio. Como no lo soy para quienes me arruinaron la vida cuando estuve en sus comunidades y en los últimos 16 años, desde que los denuncié públicamente. Porque le dijeron a medio mundo que era un mentiroso, que era el anticristo, que era un enfermo. Que esa era la versión que todos los vinculados al Sodalicio debían dar. Así, como quien pela una mandarina.
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