Nos han hecho creer, para poder controlarnos, que la naturaleza humana ha sido maldecida por Dios con el pecado original.
Nos han hecho creer, para volvernos débiles, que debemos arrepentirnos de nuestras tendencias más naturales, calificando de pecado todo aquello que es propio de nuestra pertenencia al género humano.
En honor a la naturaleza humana, toda ella completa, y para reflexionar acerca de cuán engañados nos ha tenido el cristianismo por veinte siglos, decidí instaurar el Día del Pecado el 6 de junio de 2006 (6.6.6).
La idea detrás de esta celebración es cambiar nuestra conciencia, reconociendo que el pecado no existe, que fue inventado, que fue creado para espantarnos de nosotros mismos y apagar la fuerza natural de una humanidad que podía regirse por sí misma, que podía hacer de su voluntad la verdadera moral, una moral regida por el respeto a nuestras inclinaciones más básicas y no por el temor a un castigo eterno.
El Día del Pecado se celebra cada 6 de junio a modo de protesta contra la opresión de las religiones, en especial la cristiana, y a modo de exaltación de la grandeza de la naturaleza creativa del ser humano, aquella que, cuando es doblegada por el temor, la debilidad y la inseguridad, nos aleja de nosotros mismos y nos hace inclinarnos ante falsas deidades, sacerdotes aprovechados y mitos plagiados de otros más antiguos. Pero, cuando se usa para desarrollarnos, saca lo mejor de nosotros, las obras artísticas y científicas más excelsas, aquellas que mejoran nuestras existencias y nos acercan, a través de la búsqueda constante, a una divinidad interior que no requiere de templos, de sectas, de representantes imperfectos que se hacen pasar por perfectos y crean instituciones que promocionan el temor y la debilidad como requisitos para ser felices.
El Día del Pecado es el día de los fuertes, de quienes no aceptamos ser oprimidos, de quienes queremos ser respetados por nuestra individualidad. Es el día de quienes queremos decirle a los líderes del mundo que ellos podrán oprimir a los que los temen, pero que a nosotros no nos controlarán, que nosotros nos controlamos a nosotros mismos, porque somos suficientemente responsables y dignos para ello.
No es un día de ateos, de satánicos ni de anarquistas. Es un día de quienes creemos en el dios interno, en el poder propio, en la voluntad humana, en el plan de uno mismo, en la eternidad de la propia decisión, en el cielo de nuestras ideas propias y en el infierno de la no aceptación de lo que nos impone la sociedad cristianizada.
El Día del Pecado es un día para exaltar la responsabilidad humana, la capacidad que tenemos todos de dirigir nuestras vidas sin que nadie nos apunte con el dedo. Es un día en el que recordamos que la salvación depende de nuestra convicción y no de la opresión de quienes les dijeron a nuestros abuelos y a nuestros padres que solo un camino es el verdadero.
Hoy es un día para reflexionar en que la culpa de lo que hunde al mundo en la oscuridad es de quienes nos imponen una verdad como la única. Es un día para aceptar que esa verdad no ha hecho libre a nadie, que solo la duda y el cuestionamiento es lo que nos hará libres.
Hoy es el día de la voluntad, aquella que fue bautizada como pecado por quienes necesitan destruir el libre pensamiento para obtener su propio poder.
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