viernes, 25 de marzo de 2011

Jesuitas obligados a pagar reparación de US$166 millones por casos de pedofilia

Una orden de sacerdotes católicos estadounidenses se ha visto obligada a pagar US$166.1 millones a cientos de nativos americanos abusados sexualmente en sus escuelas.
Exestudiantes de varios colegios en cinco estados del noroeste de los Estados Unidos manifestaron haber sido víctimas de abuso sexual entre las décadas de 1940 y 1990.
Como parte del acuerdo, la Compañía de Jesús en la provincia de Oregón también deberá pedir perdón a las víctimas.
La Orden ha alegado que pagar por estas reparaciones los llevará a la bancarrota.
"Es un día de ajuste de cuentas y justicia", declaró a la Associated Press Clarita Vargas, quien afirma que ella y sus dos hermanas fueron abusadas por un sacerdote en un colegio para niños nativos americanos dirigido por jesuitas en el estado de Washington.
"Mi espíritu fue herido y esto hace que se sienta mejor".
Los demás colegios están ubicados en los estados de Alaska, Idaho, Montana, Oregón y Washington.
La mayoría de las víctimas eran nativas americanas y muchos de estos abusos ocurrieron en reservas y en pueblos remotos, en los cuales se acusó a la orden de enviar sacerdotes problemáticos.
"Ninguna cantidad de dinero puede devolver una infancia perdida, una cultura destruida o una fe destrozada", afirmó el abogado Blaine Tamaki, quien representó a unas noventa víctimas en el caso.
Este acuerdo de pago es uno de los mayores hasta en lo momento en una serie de escándalos de abuso sexual que comprometen a la Iglesia Católica.
Noticia traducida de la BBC.

jueves, 24 de febrero de 2011

'Líbranos del Mal', sobre pedofilia en la Iglesia Católica, con subtítulos en castellano

En este documental nominado al Oscar, la cineasta Amy Berg cuenta una perturbadora historia real de abusos sexuales y de cómo un pedófilo serial se mantuvo impune por más de dos décadas.
Oliver O’Grady era un sacerdote católico que sirvió en varias parroquias en el sur de California en los años 70 y 80. Pero también fue un abusador sexual de menores que ultrajó a docenas de niños y jóvenes que estaban bajo su tutela espiritual. A pesar de que los obispos que eran sus superiores en la Iglesia Católica estaban al tanto de los crímenes de O'Grady desde 1973, simplemente optaron por mudarlo sistemáticamente de una parroquia a otra en lugar de entregarlo a las autoridades y retirarlo del sacerdocio. El menor de sus abusados tenía en ese momento 9 meses de edad.
En Deliver Us From Evil (Líbranos del mal), algunas víctimas de O’Grady y sus familias hablan sobre sus crímenes y las repercusiones de estos abominables actos en sus vidas hasta la actualidad. El propio O’Grady también aparece en el documental, hablando ligeramente sobre su carrera como depredador sexual y contando sus escalofriantes historias con lujo de detalles. Luego de haber estado un tiempo en prisión, O'Grady vive hoy en Irlanda, donde es cuidado por la Iglesia.
Berg también muestra cómo, a lo largo de la historia de la Iglesia Católica, sus líderes han protegido a quienes pertenecen a su jerarquía a expensas de sus fieles.
Al final del documental se revela la cantidad de casos reportados solo en los Estados Unidos (más de 100 000), la cantidad de dinero invertido por la Iglesia para silenciarlos (más de mil millones de dólares) y que el propio Papa Benedicto XVI fue acusado por la justicia americana de haber conspirado para ocultar este escándalo y cómo el Vaticano pidió al expresidente George W. Bush que se le otorgue inmunidad al principal líder de la jerarquía católica... y este la otorgó.
Deliver Us From Evil fue premiado como el mejor documental en el Festival de Cine de Los Ángeles del 2006.
Aquí el documental completo:

domingo, 20 de febrero de 2011

¿Por qué Cipriani dijo que los Derechos Humanos son una cojudez?

Caricatura de Carlín tomada de lamula.pe
Estas últimas semanas, entre las revelaciones sobre los abusos sexuales del exsanto sodálite Germán Doig, la golpiza física y (previa y posteriormente) moral a los homosexuales y cada vez más casos de pedofilia encubiertos por el Vaticano y por los estados que son cómplices de su totalitarismo, entre ellos el peruano, he recibido toda clase de insultos. Eso no me afecta. Lo más duro es comprobar una vez más el nivel de fanatismo y temor que existe en gran parte de la población, de los políticos y, peor aún, de los medios de comunicación.

Uno de los argumentos que más han utilizado los defensores de los abusadores (y de los encubridores de abusos que, a la larga, es o lo mismo o peor) es que los "tolerantes" somos más intolerantes que quienes son acusados por nosotros y que no podemos achacarle a una institución los pecados de algunos de sus miembros. ¿Son realmente solo pecados de algunos miembros o es que hay detrás un modus operandi institucional?

Cuando el cardenal Juan Luis Cipriani, arzobispo de Lima y primado de la Iglesia Católica en el Perú, dijo hace ya un tiempo que "los Derechos Humanos son una cojudez", no fue porque es lo que él piensa o porque su opinión es propia. La iglesia que él representa en nuestro país es la que le escribe los libretos. Históricamente, el Vaticano ha evitado que los estados integren los Derechos Humanos a sus legislaciones por la sola razón de que estos atentan contra su poder totalitario.

Aquí les dejo algunas de las opiniones oficiales de la Iglesia Católica con relación a estos y otros temas. Y algunas de sus acciones concretas. Son solo algunas. Las conclusiones las pueden escribir ustedes.

Los derechos

La Magna Carta de Inglaterra, promulgada el 15 de junio de 1215 y considerada “la madre de las constituciones europeas”, fue denunciada inmediatamente por el papa Inocente III [1198-1216], quien “la pronunció nula y vacía y excomulgó a los barones ingleses que la adquirieron”[1] y absolvió al rey Juan de cumplir su compromiso con estos barones. Entusiasmado por el papa, el rey trajo mercenarios extranjeros para que luchen contra esos barones, trayendo esto gran destrucción al país. Los papas siguientes hicieron todo lo que estuvo en su poder para ayudar al sucesor de Juan, Enrique III, a abolir la Magna Carta, empobreciendo el país con impuestos papales. A pesar de ello, los barones ganaron al final.
[1] J. H. Ignaz von Dollinger, The Pope and the Council [Londres, 1869], pág. 19.

El papa Leo XII reprendió a Luis XVIII por aceptar la Constitución Francesa, mientras que el papa Gregorio XVI habló en contra de la Constitución Belga de 1832. Su encíclica Mirari vos, del 15 de agosto de 1832, condenaba la libertad de pensamiento como un “engaño insano” y la libertad de prensa como “error pestífero, el cual no podría ser nunca suficientemente detestado”[2]. Él manifestó el derecho de la Iglesia a usar la fuerza y, como incontables papas anteriores, demandó que las autoridades civiles apresaran inmediatamente a cualquier no católico que se atreviese a predicar y practicar su fe.
[2] Dollinger, op. cit., pág.21.

Luego de que la revolución de Benito Juárez -en 1861- fuera derrotada por el ejército francés de Napoleón III en México, y Maximiliano fuera instalado como emperador de ese país, este último se dio cuenta de que no podría regresar a las anteriores fórmulas totalitarias. El papa Pío IX le escribió indignado a Maximiliano, demandándole que “la religión católica debe, por sobre todas las cosas, continuar siendo la gloria de la nación mexicana, y se debe excluir cualquier otra adoración”, y que “la instrucción, sea pública o privada, debe ser dirigida y supervisada por la autoridad eclesiástica”, además, que “la iglesia no debe de estar sujeta a la arbitrariedad del gobierno civil”[3].
[3] Emmet McLoughlin, An Inquirí into the Assassination of Abraham Lincoln [The Citadel Press, 1977], págs. 80-82.

La publicación católica The Catholic World, en tiempos del Concilio Vaticano I [1870], afirmó: “Si el Estado tiene algunos derechos, sólo es por virtud y permiso de la autoridad superior de la Iglesia”[4].
[4] The Catholic World, julio de 1870, vol. Xi, pág. 439.

La antipatía del catolicismo en relación con las libertades básicas creó alianzas nada sagradas con los gobiernos totalitarios de Hitler y Mussolini, quienes fueron alabados por el papa y otros líderes de la Iglesia como hombres elegidos por Dios. A los católicos se les prohibió oponerse a Mussolini y se les pidió, más bien, que lo apoyen. “La Iglesia prácticamente elevó al gobierno al dictador fascista [como lo haría con Hitler unos años después]”[5]. A cambio, Mussolini [en el Concordato de 1929 con el Vaticano] hizo del catolicismo romano nuevamente la religión oficial del Estado y criticar a esta religión era considerado una ofensa penal. A la Iglesia, por supuesto, se le otorgaron otros favores, incluyendo una vasta suma de dinero en efectivo y lazos con el Gobierno.
[5] Dave Hunt, A Woman rides the Beast, Harvest House Publishers, 1994, pág. 57.

La homosexualidad

La Congregación para la Doctrina de la Fe declaró en 1975: "Según el orden moral objetivo, las relaciones homosexuales son actos privados de su regla esencial e indispensable. En las Sagradas Escrituras están condenados como graves depravaciones e incluso presentados como la triste consecuencia de una repulsa de Dios". (Congregación para la Doctrina de la Fe (CDF), Declaración "Persona humana" sobre algunas cuestiones de ética sexual, 29 de diciembre de 1975, número 8).

Comentando sobre su declaración del 75, la Congregación, en 1986, en una carta a los obispos sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, expresó lo siguiente: "...la Congregación tenía en cuenta la distinción comúnmente hecha entre condición o tendencia homosexual y actos homosexuales... Sin embargo, en la discusión que siguió a la publicación de la Declaración, se propusieron unas interpretaciones excesivamente benévolas de la condición homosexual misma, hasta el punto de que alguno se atrevió incluso a definirla indiferente o, sin más, buena. Es necesario precisar, por el contrario, que la particular inclinación de la persona homosexual, aunque en sí no sea pecado, constituye sin embargo una tendencia, más o menos fuerte, hacia un comportamiento intrínsecamente malo desde el punto de vista moral. Por este motivo la inclinación misma debe ser considerada como objetivamente desordenada". (CDF, Carta a los obispos de la Iglesia Católica sobre la atención pastoral a las personas homosexuales, 1ro. de octubre de 1986, número 3).

"Las personas homosexuales, como seres humanos, tienen los mismos derechos de toda persona, incluyendo el no ser tratados de una manera que ofenda su dignidad personal. Entre otros derechos, toda persona tiene el derecho al trabajo, a la vivienda, etc. Pero estos derechos no son absolutos; pueden ser limitados legítimamente ante desórdenes externos de conducta...Existen áreas en las que no es una discriminación injusta tener en cuenta la inclinación sexual, por ejemplo en la adopción o el cuidado de niños, en empleos como el de maestros o entrenadores de deportes y en el reclutamiento militar...`La orientación sexual´ no constituye una cualidad comparable a la raza, el grupo étnico, etc., con respecto a la no discriminación. A diferencia de éstas, la orientación homosexual es un desorden objetivo". (CDF, Consideraciones para la respuesta católica a propuestas legislativas de no discriminación a homosexuales, 23 de julio de 1992, números 10, 11 y 12).

"El incluir ‘la orientación homosexual´ entre las consideraciones sobre cuya base está el que es ilegal discriminar, puede fácilmente llevar a considerar la homosexualidad como una fuente positiva de derechos humanos...Esto agrava el error ya que no existe el derecho a la homosexualidad... Incluso existe el peligro de que una ley que haga de la homosexualidad un fundamento de ciertos derechos, incline a una persona con orientación homosexual a declarar su homosexualidad o aún a buscar un compañero para aprovecharse de lo permitido por la ley". (Ibíd, 13 y 14).

"Finalmente, y porque está implicado en esto el bien común, no es apropiado para las autoridades eclesiásticas apoyar o permanecer neutral ante legislaciones adversas, incluso si éstas conceden excepciones a las organizaciones o instituciones de la Iglesia. La Iglesia tiene la responsabilidad de promover la moralidad pública de toda sociedad civil sobre la base de los valores morales fundamentales, y no simplemente de protegerse a sí misma de la aplicación de leyes perjudiciales". (Ibid, 16).

domingo, 13 de febrero de 2011

Estado homofóbico

Una noche, antes de que comience la clase en uno de los salones en los que estudiaba mi carrera, hablábamos del estreno de la película "The Matrix". La profesora entró y, pretendiendo integrarse a la espontánea tertulia cinematográfica, dijo: "Ay sí, que lástima que Keanu Reeves sea homosexual". Rompiendo el incómodo silencio que se produjo, le pregunté: "¿A qué se refiere con 'qué lástima'?". La profesora se dio cuenta de que no saldría bien librada de la interrogante y, mientras se retiraba del salón, balbuceó una excusa que no pudimos descifrar por completo. Había recordado súbitamente que algo olvidó en su casillero. Cuando volvió, yo había escrito en la pizarra: "¿Sería una lástima si un hijo suyo fuera homosexual?". La profesora, con una mano visiblemente temblorosa, tomó la mota y borró mi -atrevida, habrá pensado- pregunta. Nunca más se volvió a hablar del tema.

El sábado 12 de febrero, un grupo de LTGB (lesbianas, transexuales, gays y bisexuales) se reunió pacíficamente en la Plaza de Armas de Lima, en un acto público denominado "Besos contra la homofobia". Ya de por sí es vergonzoso que en nuestro país los homosexuales tengan que salir a las calles para mostrar que sus derechos son vulnerados. Sin embargo, para avergonzarnos más ante el mundo, un grupo de policías los agredió inexplicable y brutalmente. Se burlaron de ellos, los arrastraron como animales, les pegaron, le rompieron la cabeza a una de las participantes y los insultaron no solo con sus palabras, sino con sus muecas de prepotentes y discriminadores macho men.

La sexualidad, que no es lo mismo que el sexo, es la expresión más pura de la naturaleza humana, la vivencia más íntima y a la vez pública que mejor define lo que somos. La experiencia responsable de la sexualidad en cualquiera de sus formas significa libertad. Y por responsable quiero decir, entiéndase claramente, entre adultos que eligen vivir lo que son y sienten con otros adultos.

Un Estado democrático y moderno debe permitir y enseñar con cada una de sus acciones no solo a respetar y ser tolerantes -ya de por sí aplicar esos conceptos a la sexualidad es vejatorio-, sino a proteger con absoluta naturalidad los derechos de todos. Si dos personas, de distinto o igual sexo, deciden andar de la mano o besarse en la calle, pues que lo hagan, y no hay policía, alcalde, presidente o arzobispo que pueda siquiera osar ocultarlos de la vista pública.

Cualquier intento por impedir que estas expresiones de libertad sexual se den de manera natural, cuidando, como se cuida con las parejas heterosexuales, que se sepa claramente qué debe mostrarse en público y qué debe mantenerse en la privacidad de una habitación, es un abuso que solo se explica en los intentos desesperados de la religión por aferrarse al poder político y de este último por arrodillarse ante quienes aún se creen emisarios de Dios y jueces divinos del pueblo.

Es mi deber recordarlo aquí -porque hay personas que aún no lo saben o, peor aún, actúan como si no lo supieran- que el Estado peruano dejó de tener religión oficial a partir de la publicación de la Constitución de 1979. Y, cuando digo "personas", me refiero, en especial, a autoridades.

Si no te gusta que dos personas del mismo sexo se tomen de la mano o se besen en la calle o frente a tu iglesia de preferencia, entonces solo tienes que cruzar la pista y cerrar la boca, no llamar al 105 de una fuerza bruta que acata analmente las órdenes de un Estado homofóbico.

jueves, 10 de febrero de 2011

Los pecados mortales del Sodalicio

Video de Dánae Rivadeneyra (@danaery) publicado en lamula.pe

El mundo ético y moral del Sodalicio acaba de ponerse en entredicho después de que El Vaticano rechazara a German Doig – Vicario del Sodalicio- del proceso de beatificación que llevaba al descubrirle casos de “conducta sexual impropia”.
Este hecho dio pie para que se recordara, una vez más, diversas acusaciones que se hicieron contra el Sodalitium Vitae Cristianae hace más de 10 años. Estas acusaciones hacen referencia a los procesos de entrenamiento, tortura física, psicológica, y riesgo sexual al que están expuestos los integrantes de este grupo.
Conversamos con Jose Enrique Escardó (@JEESxorcismo) y con Pedro Salinas, ambos ex sodálites, quienes cuentan sus testimonios a la vez que hacen importantes revelaciones y, con Martín Jaime, antropólogo especializado en estudios religiosos y grupos cerrados.

lunes, 7 de febrero de 2011

Figari: que el Dios de los cristianos te perdone

Espada flamígera, símbolo del
Sodalitium Christianae Vitae
Hace diez años tomé una de las decisiones más difíciles de mi vida cuando, sin nada que ganar y mucho que perder, decidí contar lo que vi y viví, trece años antes, en una comunidad católica a la que había pertenecido, el Sodalitium Christianae Vitae (SCV). Escribí solo seis artículos y no me fue posible continuar porque las presiones sobre el medio que cobijó mis confesiones fueron insoportables. 

Jamás temí las amenazas contra mi integridad, tampoco me inmuté con los insultos. Jamás doblé mis rodillas por las asquerosas mentiras que inventaban en los restaurantes donde se reunían con expertos en control de daños y que sembraban en foros de Internet. Lo único que pudo frenarme fue el huracán de presiones que estaba llevando a que los empleados y periodistas de ese medio terminaran en la calle. Y así lo conté en mi último artículo aquella vez, a pesar de que, en un almuerzo en el restaurante Costa Verde, un empresario y periodista vinculado a los sectores más poderosos de la iglesia católica me invitó a que cerrara mis artículos con un acto de contrición en el que yo "debía" mencionar que se me había aparecido la Virgen María "o algo así".

Diez años después, cuando Diario16 decidió revelar a la opinión pública que ese mismo grupo había recogido denuncias ciertas y comprobadas de por lo menos tres casos de abuso sexual por parte de Germán Doig, su número 2, fallecido en el 2001 y en proceso de ser declarado beato y luego santo por el Vaticano, tomé la (otra vez muy difícil) decisión de volver a publicar mis artículos para revelar lo que yo vi a quienes aún no conocían la verdadera naturaleza de los líderes del SCV. No de todos sus miembros, ni siquiera de la mayoría (que seguramente son jóvenes de corazón sincero que, en su ingenuidad, eligieron un mal camino), sino de su cúpula, la que toma las decisiones, la que fabrica lo que se le dice a los demás miembros, la que enseña lo que los demás aprenden a enseñar.

Y, otra vez, llovieron las amenazas, los insultos, las mentiras, las presiones, las manipulaciones, los emisarios. Estos autoproclamados "soldados de Cristo" salen hoy, como en el medioevo, blandiendo cruces y espadas, a acusar de brujos, demonios y locos a quienes decimos la verdad. Otra vez quienes se atreven a decir que existía más de un sistema solar debían ser arrastrados a la plaza pública y quemados en la hoguera.

La revista Caretas publicó, el viernes, un artículo bastante centrado sobre Doig, el Sodalitium y los abusos. Por esos días, otros tres medios más me entrevistaron para tratar el tema este fin de semana que pasó. Lamentablemente, los tres medios se han visto obligados a detener sus reportajes. Y la respuesta es la misma: si no aparecen más testimonios que los míos y los del periodista Pedro Salinas, no saldrá nada. En por lo menos uno de esos casos, el Sodalitium ha puesto como condición para dar su versión que no se nos incluya ni a Pedro ni a mí en los informes. Porque, dicen, yo estoy loco y Pedro solo contó ficción en su novela "Mateo Diez". Patrañas alejadas de todo principio cristiano. Quienes han hablado antes ya no quieren hacerlo nuevamente. Están asustados por todo lo que pasó cuando lo hicieron la primera vez.

Ante esto, y cansado de luchar contra tanta hipocresía sin que una sola autoridad se atreva a abrir una investigación sobre el caso, he tomado la decisión de no volver a hablar del Sodalitium ni en este blog ni en ningún medio de comunicación. Pero, como soy un caballero y creo en la fuerza de la verdad, no me voy sin antes lanzar un reto formal y frontal. Un reto por respeto a los afectados:

Señor Luis Fernando Figari, fundador del Sodalitium Christianae Vitae, lo reto a sentarse en un set de televisión en vivo y responder a mis preguntas. La única condición es que a ambos nos pongan un polígrafo y que no se edite de ninguna manera nuestra conversación. 

Este es un reto para usted, no para sus voceros que lo ocultan y protegen. Porque fue usted quien reclutó al abusador Germán Doig en el colegio Santa María cuando él tenía solo 16 años y le enseñó todo lo que sabía y hacía. Porque usted construyó las bases del grupo que quiso doblegar mi voluntad y que no lo consiguió. Porque usted nombró a los superiores de las comunidades donde yo estuve y que son responsables de los abusos físicos y psicológicos que he narrado (y tantos otros que aún guardo para mí) y que quedarán en mi mente por el resto de mis días. Porque usted fue quien organizó la estructura de esta organización "religiosa" que destruye a quienes intentan decir la verdad sobre ustedes. Porque usted, señor Figari, es el único responsable de la salud mental y emocional de miles de jóvenes que han pasado, se han ido o se han quedado en el Sodalitium. Porque usted, Luis Fernando, ha sido y siempre será el Sodalitium Christianae Vitae.

Si usted es venerado como un santo viviente, un hombre de Dios y un ejemplo de vida, como hasta hace poco veneraban a su discípulo abusador sexual Germán Doig, entonces no tema, salga de su ermita y dé la cara. Míreme usted a los ojos conectado a un detector de mentiras y responda mis preguntas. No me mande a Len, no me mande a Baertl, tampoco me mande a Scheuch.

Hasta que no lo haga, me comprometo a no decir nada más sobre su grupo, porque no se merecen un vatio más de mi energía. Si acepta este reto, sus seguidores y detractores sabrán finalmente quién miente y ahí se acabará para siempre esta molesta controversia. Usted gana. Si no lo hace, entonces también sabrán quién miente. Usted pierde. Como quiera verlo. En cualquier caso, yo lo veo como una victoria de la verdad. La misma verdad que usted dice defender desde la cruz y que yo defiendo con la pluma.

Muchas gracias a quienes me siguieron estos diez años en mis denuncias y a quienes se enteraron recién esta última semana al estallar el escándalo de los abusos sexuales en el Sodalitium. Su apoyo es algo que siempre valoraré y que sana muchas de mis heridas y las de quienes no han querido hablar por temor o porque solo quieren olvidar. Ustedes creyeron y lograron que otros creyeran. 

Y a quienes me atacaron, ya sean del Sodalitium, del MVC o de cualquier otro sector de la iglesia católica: que el Dios de los cristianos, de los verdaderos cristianos, de los que no mienten, los perdone. Figari, su cúpula y sus defensores quedan de ahora en adelante expuestos antes sus propias conciencias o a lo que ellos llaman el Espíritu Santo. Si creen en su cielo, saben lo que tienen que hacer para entrar en él.

Luis Fernando: tienes la oportunidad de que tu grupo quede bien parado demostrando que miento. Hazlo, si yo miento, no pierdes nada. Tú me dijiste hace veintidós años que era un maricón por querer irme del Sodalitium, me lo dijiste en el Centro Pastoral de San Borja, luego de dar mi examen de Probando, debajo de la copa del árbol frente a la puerta del salón, antes de que me dieran mi nota. Ahora demuestra que tú no lo eres y no te escapes como siempre lo has hecho. 

Pero, si no aceptas, solo me queda desearte que te vaya bien en tu reencuentro con tu discípulo Germán Doig, allá en ese infierno con el que ambos han asustado a miles de chicos que solo querían ser felices y de quienes ustedes se han aprovechado.

Todo lo que tengo que decir está dicho.
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