CARTA ABIERTA A LUIS FERNANDO FIGARI, FUNDADOR DEL SODALICIO DE VIDA CRISTIANA (SCV), EL MOVIMIENTO DE VIDA CRISTIANA (MVC) Y ANEXOS
Luis Fernando:
Durante más de una década he tratado de dar a conocer a los medios de comunicación y a la opinión pública que la organización que fundaste hace cuarenta años y a la cual dediqué una importante parte de mi juventud no es lo que tú y tus seguidores pretenden mostrar. He escrito una serie de artículos que solo tú sabes cuánto han significado a lo largo del tiempo para cambiar el concepto que miles de personas tenían del Sodalicio. Sé perfectamente que estos han tenido un efecto que tú no te esperabas y que tu silencio en todos estos años solo ha sido una estrategia para “no darme más importancia”.
Luis Fernando Figari |
Luchar solitariamente y por años contra un fantasma blindado por muros de impunidad y mercenarios disfrazados de apóstoles tiene su costo y lo he asumido porque quería que otros no sufran lo que yo y muchos más que nos dimos cuenta de tus engaños a tiempo. Ambos sabemos lo que esta lucha ha significado y con eso me basta para dejar con la frente en alto el campo de batalla. Las minas sembradas se harán cargo de lo demás.
Ya dije todo lo que tenía que decir, luché todo lo que tenía que luchar y dejé el mensaje que quería dejar. No puedo quedarme estancado el resto de mi vida peleando contra una organización sin escrúpulos que ha demostrado estar por encima del bien y del mal, amparada por el silencio de las autoridades, la cobardía de congresistas, jueces, alcaldes e incluso presidentes de la República que le temen a la cada vez más desprestigiada Iglesia Católica y a su ala más conservadora y dura, representada principalmente por el Opus Dei y su remedo peruano, tu Sodalicio de Vida Cristiana.
Me llevo una conciencia tranquila porque nunca mentí y jamás tuve un interés que no sea el de simplemente informar y advertir a la gente que no todo es como se lo cuentan en el oscuro movimiento que fundaste. Nunca intenté ganar un centavo con esta lucha ni aproveché para mi beneficio el sufrimiento de tantos que se me acercaron a contarme sus odiseas personales dentro del SCV o el dolor y llanto de padres devastados porque sus hijos les fueron arrebatados por los tentáculos de tus obras.
Por más que te creas el cuento (que tú mismo inventaste) de que eres un santo, sabes perfectamente qué buscaste con todo esto y que, al final de tus días, si llegas a los altares no será porque reuniste las virtudes necesarias, sino porque manipulaste y utilizaste a miles, infundiste temor en los sectores más blandos de la Iglesia y te aliaste estratégicamente con los más fuertes, quienes finalmente toman las decisiones. Y solo por ello tu Iglesia te dará, cuando ya no estés, lo que nunca tuviste mientras viviste.
Ahora te tocará librar la batalla final contra tu conciencia. Cuando llegue tu último minuto, aunque estés rodeado de aduladores que te rocíen de agua bendita y te canten letanías, sé que en tu fuero interno retumbará lo que realmente eres y acecharán esos monstruos que creaste y esas pequeñas almas sinceras que empañaste con tu ego institucionalizado. Has ayudado a mucha gente, no voy a ser mezquino, pero lo has hecho usando como materia prima el engaño, la manipulación y el endiosamiento propio. El daño que has hecho es de lejos mucho mayor que todo el bien que usaste como excusa para hacerle creer a tus seguidores lo que creen que eres.
Y eso es lo que te llevarás a la tumba. El resto se quedará en la ficción que se escriba sobre ti.
Adiós Luis Fernando. Adiós Sodalicio. Quise ser fuerte cuando me uní a ustedes y terminé descubriendo que mi verdadera fortaleza nació cuando me les enfrenté.
Me voy en paz de esta guerra porque sé que gané para otros más de lo que perdí de mí mismo.
Que tu Dios y tu conciencia te juzguen.
Jose Enrique Escardó Steck
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