Espada flamígera, símbolo del Sodalitium Christianae Vitae |
Hace diez años tomé una de las decisiones más difíciles de mi vida cuando, sin nada que ganar y mucho que perder, decidí contar lo que vi y viví, trece años antes, en una comunidad católica a la que había pertenecido, el Sodalitium Christianae Vitae (SCV). Escribí solo seis artículos y no me fue posible continuar porque las presiones sobre el medio que cobijó mis confesiones fueron insoportables.
Jamás temí las amenazas contra mi integridad, tampoco me inmuté con los insultos. Jamás doblé mis rodillas por las asquerosas mentiras que inventaban en los restaurantes donde se reunían con expertos en control de daños y que sembraban en foros de Internet. Lo único que pudo frenarme fue el huracán de presiones que estaba llevando a que los empleados y periodistas de ese medio terminaran en la calle. Y así lo conté en mi último artículo aquella vez, a pesar de que, en un almuerzo en el restaurante Costa Verde, un empresario y periodista vinculado a los sectores más poderosos de la iglesia católica me invitó a que cerrara mis artículos con un acto de contrición en el que yo "debía" mencionar que se me había aparecido la Virgen María "o algo así".
Diez años después, cuando Diario16 decidió revelar a la opinión pública que ese mismo grupo había recogido denuncias ciertas y comprobadas de por lo menos tres casos de abuso sexual por parte de Germán Doig, su número 2, fallecido en el 2001 y en proceso de ser declarado beato y luego santo por el Vaticano, tomé la (otra vez muy difícil) decisión de volver a publicar mis artículos para revelar lo que yo vi a quienes aún no conocían la verdadera naturaleza de los líderes del SCV. No de todos sus miembros, ni siquiera de la mayoría (que seguramente son jóvenes de corazón sincero que, en su ingenuidad, eligieron un mal camino), sino de su cúpula, la que toma las decisiones, la que fabrica lo que se le dice a los demás miembros, la que enseña lo que los demás aprenden a enseñar.
Y, otra vez, llovieron las amenazas, los insultos, las mentiras, las presiones, las manipulaciones, los emisarios. Estos autoproclamados "soldados de Cristo" salen hoy, como en el medioevo, blandiendo cruces y espadas, a acusar de brujos, demonios y locos a quienes decimos la verdad. Otra vez quienes se atreven a decir que existía más de un sistema solar debían ser arrastrados a la plaza pública y quemados en la hoguera.
La revista Caretas publicó, el viernes, un artículo bastante centrado sobre Doig, el Sodalitium y los abusos. Por esos días, otros tres medios más me entrevistaron para tratar el tema este fin de semana que pasó. Lamentablemente, los tres medios se han visto obligados a detener sus reportajes. Y la respuesta es la misma: si no aparecen más testimonios que los míos y los del periodista Pedro Salinas, no saldrá nada. En por lo menos uno de esos casos, el Sodalitium ha puesto como condición para dar su versión que no se nos incluya ni a Pedro ni a mí en los informes. Porque, dicen, yo estoy loco y Pedro solo contó ficción en su novela "Mateo Diez". Patrañas alejadas de todo principio cristiano. Quienes han hablado antes ya no quieren hacerlo nuevamente. Están asustados por todo lo que pasó cuando lo hicieron la primera vez.
Ante esto, y cansado de luchar contra tanta hipocresía sin que una sola autoridad se atreva a abrir una investigación sobre el caso, he tomado la decisión de no volver a hablar del Sodalitium ni en este blog ni en ningún medio de comunicación. Pero, como soy un caballero y creo en la fuerza de la verdad, no me voy sin antes lanzar un reto formal y frontal. Un reto por respeto a los afectados:
Señor Luis Fernando Figari, fundador del Sodalitium Christianae Vitae, lo reto a sentarse en un set de televisión en vivo y responder a mis preguntas. La única condición es que a ambos nos pongan un polígrafo y que no se edite de ninguna manera nuestra conversación.
Este es un reto para usted, no para sus voceros que lo ocultan y protegen. Porque fue usted quien reclutó al abusador Germán Doig en el colegio Santa María cuando él tenía solo 16 años y le enseñó todo lo que sabía y hacía. Porque usted construyó las bases del grupo que quiso doblegar mi voluntad y que no lo consiguió. Porque usted nombró a los superiores de las comunidades donde yo estuve y que son responsables de los abusos físicos y psicológicos que he narrado (y tantos otros que aún guardo para mí) y que quedarán en mi mente por el resto de mis días. Porque usted fue quien organizó la estructura de esta organización "religiosa" que destruye a quienes intentan decir la verdad sobre ustedes. Porque usted, señor Figari, es el único responsable de la salud mental y emocional de miles de jóvenes que han pasado, se han ido o se han quedado en el Sodalitium. Porque usted, Luis Fernando, ha sido y siempre será el Sodalitium Christianae Vitae.
Si usted es venerado como un santo viviente, un hombre de Dios y un ejemplo de vida, como hasta hace poco veneraban a su discípulo abusador sexual Germán Doig, entonces no tema, salga de su ermita y dé la cara. Míreme usted a los ojos conectado a un detector de mentiras y responda mis preguntas. No me mande a Len, no me mande a Baertl, tampoco me mande a Scheuch.
Hasta que no lo haga, me comprometo a no decir nada más sobre su grupo, porque no se merecen un vatio más de mi energía. Si acepta este reto, sus seguidores y detractores sabrán finalmente quién miente y ahí se acabará para siempre esta molesta controversia. Usted gana. Si no lo hace, entonces también sabrán quién miente. Usted pierde. Como quiera verlo. En cualquier caso, yo lo veo como una victoria de la verdad. La misma verdad que usted dice defender desde la cruz y que yo defiendo con la pluma.
Muchas gracias a quienes me siguieron estos diez años en mis denuncias y a quienes se enteraron recién esta última semana al estallar el escándalo de los abusos sexuales en el Sodalitium. Su apoyo es algo que siempre valoraré y que sana muchas de mis heridas y las de quienes no han querido hablar por temor o porque solo quieren olvidar. Ustedes creyeron y lograron que otros creyeran.
Y a quienes me atacaron, ya sean del Sodalitium, del MVC o de cualquier otro sector de la iglesia católica: que el Dios de los cristianos, de los verdaderos cristianos, de los que no mienten, los perdone. Figari, su cúpula y sus defensores quedan de ahora en adelante expuestos antes sus propias conciencias o a lo que ellos llaman el Espíritu Santo. Si creen en su cielo, saben lo que tienen que hacer para entrar en él.
Luis Fernando: tienes la oportunidad de que tu grupo quede bien parado demostrando que miento. Hazlo, si yo miento, no pierdes nada. Tú me dijiste hace veintidós años que era un maricón por querer irme del Sodalitium, me lo dijiste en el Centro Pastoral de San Borja, luego de dar mi examen de Probando, debajo de la copa del árbol frente a la puerta del salón, antes de que me dieran mi nota. Ahora demuestra que tú no lo eres y no te escapes como siempre lo has hecho.
Pero, si no aceptas, solo me queda desearte que te vaya bien en tu reencuentro con tu discípulo Germán Doig, allá en ese infierno con el que ambos han asustado a miles de chicos que solo querían ser felices y de quienes ustedes se han aprovechado.
Todo lo que tengo que decir está dicho.