El asunto migratorio en los Estados Unidos está sobre el tapete en los últimos años, sobre todo ahora que existen corrientes preocupantes con respecto a ese sector de la población. El reconocido filósofo y politólogo alemán Michael Werz tiene una visión especial respecto a ese fenómeno.
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Michael Werz |
Michael Werz estuvo en Lima la primera quincena de setiembre del 2010 invitado por el Goethe-Institut del Perú y participó como uno de los principales expositores del VI Encuentro de Derechos Humanos, cuyo tema fue "Diversidad Cultural y Derechos Humanos", evento que se realizó de manera simultánea en la Pontificia Universidad Católica del Perú y en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos.
Los últimos hechos ocurridos en Arizona han causado gran preocupación. ¿Cuál es el futuro de la política migratoria de los Estados Unidos?
Es una pregunta complicada. La ley 1070, que afectó a las minorías en Arizona, en especial a los inmigrantes latinos, parece no ser constitucional y el Gobierno de Barack Obama señaló que llevará esta consulta a la Corte Suprema.
El Gobierno de George W. Bush, desde el 2006, trató de regular la inmigración no documentada en los Estados Unidos. Hay casi 12 millones de personas indocumentadas o ilegales y eso es un problema legal y social muy grande, porque las expone a la explotación. Una razón por la que el debate resurgió este año fueron las elecciones y la debilidad del partido conservador, el cual no tiene ahora liderazgo y está sufriendo un empuje de la extrema derecha, que se orienta en contra de la diversidad en Estados Unidos, y el Partido Republicano no ha encontrado una manera de entrar en un debate más civilizado y constructivo.
¿El problema tiene que ver con aspectos netamente étnicos y raciales o con una amenaza en el ámbito económico-laboral?
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Foto: webdelpuente.com |
Es una mezcla de ambos. Sobre todo, se trata de la percepción de lo que significa esa migración ilegal. Hay estudios que demuestran que, en el plano laboral, los inmigrantes ilegales realmente no compiten con los norteamericanos. Los inmigrantes trabajan en circunstancias bajo las cuales muchos estadounidenses no aceptarían trabajar y con sueldos bastante bajos, justamente debido a que, por estar indocumentados, no tienen la oportunidad de organizarse y defender sus derechos. Dicho esto, también debemos tomar en cuenta que la percepción en medio de una crisis económica, con 10 % de desempleo, es obviamente diferente.
¿El Estado debería hacer algo?
Creo que el presidente Obama debe esforzarse más en explicar a la población norteamericana que la inmigración ilegal no es un problema, por el contrario, ha ayudado mucho al crecimiento económico del país.
Y no solamente eso, sino que ha ayudado a que los estadounidenses tengan ciertas experiencias que, de otra manera, no hubieran podido obtener.
Absolutamente. La sociedad americana es la más heterogénea del mundo. El censo de este año indica que alrededor del 2035-2037 ya no existirá una mayoría blanca y que será la primera sociedad en el mundo que solo consistirá de minorías. Esto es un experimento sociológico de un alcance inmenso. Cada vez más gente acepta la diversidad en la sociedad estadounidense y especialmente los jóvenes entienden que el proceso trae muchas ventajas al tener una sociedad tan heterogénea y con tantas tradiciones culturales, lingüísticas y religiosas diferentes.
¿Cómo ha influido la heterogeneidad étnica y social en la percepción del nacionalismo de la población estadounidense?
De una manera muy básica. El nacionalismo estadounidense no se puede comparar ni confundir con el nacionalismo tradicional europeo ni con el nacionalismo latinoamericano, que muchas veces destruye a las minorías y fortalece a las estructuras de poder. En Estados Unidos, ser nacionalista significa reconocer que no hay ninguna posibilidad de definir la sustancia de la nación norteamericana en términos culturales, religiosos o según el color de piel.
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Barack Obama |
A raíz de los atentados del 11 de setiembre, la política exterior de Estados Unidos y su relación con los inmigrantes y las minorías cambió radicalmente. Sin embargo, en medio de ese proceso, Barack Obama surge como el primer presidente negro y, además, con raíces musulmanas. ¿Cómo ha afectado esta elección la percepción de la población en vías a una sensación de paz interna?
Esta experiencia tiene dos años y es aún muy fresca para saberlo. Pero es interesante que, si bien Obama es el primer presidente negro de los Estados Unidos, al mismo tiempo es el 44° presidente blanco, porque viene de una familia mixta y ni siquiera representa lo que se podría definir como la experiencia afroamericana de los habitantes de ese país. Su padre fue un académico que vino de Kenia, dejó sola a su madre americana y Barack Obama creció en Kansas, en Indonesia y en Hawái. Entonces, al provenir de una familia mixta y habiendo crecido en los márgenes de la sociedad norteamericana, él se ha sentido siempre cómodo tanto en contextos blancos como en contextos negros. Su persona refleja, entonces, la historia de los Estados Unidos de los siglos XX y XXI y, por ello, mucha gente se puede identificar con él. Creo que Obama va a pasar a la historia no como una persona de raza negra, sino como alguien mixto, que no se puede definir.
Si bien en Estados Unidos hay una gran diversidad interna, el manejo de sus relaciones con los países vecinos no es bien visto. Se percibe, más bien, un rechazo a ellos. Pero, en Europa, aun cuando hay menos diversidad interna en cada nación, sí existe en general una buena relación con los países vecinos, no solo distintos en lo étnico sino también en sus procesos culturales. A pesar de ello, se percibe una mayor unidad.
No hay que sobrestimar la integración europea. Todavía hay mucha inquietud entre las naciones. Aunque la comunidad europea parece ser estable, es difícil prever qué va a pasar en los próximos diez a veinte años. Las sociedades europeas no son muy hábiles para entender la diversidad como un proceso positivo y ventajoso. También creo que la sociedad estadounidense y la mexicana están creciendo juntas y esto produce disconformidad en muchos americanos, pero en muchos más mexicanos. Es un hecho innegable, aunque se estén construyendo muros en las fronteras de ambos países. Solo basta saber que hay ya unos quince a veinte millones de mexicanos y unos cuarenta millones de hispanos en Estados Unidos (lo que equivale a la población entera de España) y que en el 2050 habrá unos cien millones de hispanos. Además, ya hay casi un millón y medio de estadounidenses viviendo en México. Esto significa que ambas sociedades solo pueden definir su futuro en común. Creo que, en unos quince o veinte años, esto se va a dar en los dos lados de la frontera, lo que va a cambiar de manera sustancial la política de la región.
Hemos visto cómo en los últimos años varias series y programas de TV, especialmente para niños, además de la publicidad, están incluyendo personajes de distintas razas. ¿Esto es una presión social que las empresas y medios están sintiendo y lo hacen para no ser mal vistas o realmente refleja una aceptación general de las diferencias en los Estados Unidos?
Mire, empresas son empresas, y su interés principal es ganar dinero. La forma en que se manejan sus contenidos comunicacionales y sus anuncios depende solo de su interés económico. Ahora el mercado estadounidense está buscando latinos de alta calificación. El Gobierno tiene problemas para conseguir a miembros de la comunidad hispana y latinoamericana que puedan trabajar porque los sueldos en el sector privado son mucho mayores y hay una demanda tremenda para este nuevo grupo. En una sociedad en la que ya no hay minorías, todos los empresarios saben que deben incluir a "los otros" para que estos no los excluyan a ellos. Y esto, en publicidad por ejemplo, constituye una diferencia tremenda. Cuando viajo a países de Sudamérica o a México podría llevarme la impresión, por sus anuncios, de que solo tienen bebés de pelo rubio y ojos azules. Pero, en Estados Unidos es importante representar la diversidad de la sociedad porque es parte del interés común no excluir a nadie.
Michael Werz es profesor adjunto del Centro de Estudios Alemanes y Europeos de la Universidad de Georgetown, Estados Unidos, e investigador visitante en el Instituto para el Estudio de Migraciones Internacionales de la misma universidad.
Es doctor en Filosofía por la Universidad de Frankfurt, Alemania, y magíster en Ciencia Política y Estudios Latinoamericanos por la misma universidad. Su tesis de habilitación, sustentada en el Instituto para la Sociología de la Universidad de Hannover, Alemania, versó sobre raza y etnicidad en los Estados Unidos.
Es autor de libros como Límites de la secularización. Comunidades imaginadas, Raza y etnicidad en Estados Unidos de 1890 a 1990 (2010) y Sobre el origen de la crítica de la ideología (2000). Actualmente, prepara el libro Raza y etnicidad en el siglo XX, una historia intelectual de la diversidad que examina los factores históricos y académicos involucrados en las políticas de etnicidad e identidad en los Estados Unidos y Europa.