La historia ha registrado, en el Perú y en el resto del mundo, muchos casos de sacerdotes “bragueta floja”, así que el caso del cura José Antonio Bohuytrón, de Trujillo, no me escandaliza como a muchos. Pero, el chisme de moda me da la oportunidad de rescatar el tema del celibato.
Varias sectas (incluyendo la católica) promueven la entrega total a Dios a través de la liberación de las cargas y distracciones propias de una relación matrimonial. Esto, además, implica abandonar todo tipo de vida sexual. Se supone que esta decisión es voluntaria. Lo que yo cuestiono es la capacidad que puede tener el ser humano para tomar decisiones de tal magnitud, a tan temprana edad y para toda la vida .
Según la teología católica, basada especialmente en las declaraciones del apóstol San Pablo, el estado ideal es el celibato. El matrimonio, según su biblia, y a pesar de que algunos digan lo contrario, es el “ya no te queda otra” del "aguantado" que no puede luchar contra “el pecado de la carne”. Es decir, si eres un católico casado ejemplar y santísimo, de repente entras al cielo.
Sin embargo, esto no sucede en otras religiones, en las que permiten que uno sea célibe una época de su vida y luego, si quiere, puede buscar esposa.
Al curita este se le escaparon las hormonas y punto. Y la culpa no la tiene él, sino la iglesia que no es más flexible con su personal. Es por culpa del voto eterno de castidad.
Cualquier ser humano puede tener sus calenturas, es normal, es parte de nuestra naturaleza humana. El "pecado" es propiciado por quienes les obligan a cortar esa muy humana y natural calentura por el resto de sus vidas, condenándolos al infierno si es que aflojan la sotana aunque sea una vez.
Si la iglesia fuera más inteligente y menos interesada en lo material, debería dejar de exigir votos eternos y dar la oportunidad de que sus curas y monjas puedan formar familias normales, así como lo hacen algunos protestantes desde hace más de cinco siglos. ¿Acaso ellos han perdido clientela por eso? No, al contrario. Y así se evitarían no solo a tantos curitas bandidos como el de Trujillo (que es un caso, pero hay tantos otros sin ampayar), sino atrocidades reales, como los cientos de casos de pedofilia clerical de los que nos hemos venido a enterar desde hace unos años.
Si alguien puede ser célibe toda su vida, que lo sea. Pero, que ninguna institución religiosa lo fuerce si no puede. Ya decía San Pablo en su biblia: “No obstante, digo a los célibes y a las viudas: Bien les está quedarse como yo. Pero, si no pueden contenerse, que se casen; mejor es casarse que abrasarse” (I Cor. 7,8-9). Allá pues las autoridades eclesiales que no supieron (o quisieron) entender esto y se les ocurrió hace siglos que la mejor manera de mantener a su personal dedicado toda la vida era el celibato.
El dios de los cristianos es tan sabio que, si hubiera querido célibes, los hubiera mandado a circuncidar más arriba, o algo parecido...