Acabo de volver de la peligrosísima calle y estoy en el lugar más seguro y apacible del mundo: mi casa. Y he tomado una decisión: lanzarme al Congreso. ¿Por qué? Por joder. Por hincharle las pelotas a este país que no las tiene. Para ver quién se atreve a decir: "Sí, eso es lo que necesitamos en la política nacional".
A ver, ¿qué partido tendrá los huevos para llamarme a sus filas con estos planteamientos?
1. Quiero un Perú donde las cifras de crecimiento no se igualen artificialmente a las cifras de desarrollo. El Perú crece económicamente ante los ojos del mundo, pero el verdadero desarrollo es inversamente proporcional a ese crecimiento. Porque yo entiendo el desarrollo como la capacidad de las personas de crecer como seres humanos civilizados a la par de los números bonitos y las calificaciones internacionales que se celebran en Palacio de Gobierno entre pisco sours y sonrisas de medio lado porque ya llegó la coima del día y mañana vendrá una más grande.
2. Quiero un Perú donde las leyes se respeten. Y no porque las autoridades se pongan los pantalones, porque eso nunca va a pasar, sino porque los propios ciudadanos no tienen miedo a plantársele a un conductor que no lo deja pasar por el crucero peatonal o no tiene miedo de ponérsele al frente a un auto que se pasó la luz roja y detenerlo para que lo deje pasar. Quiero un Perú donde el imbécil que se pasa la luz roja se sienta como un tarado y no como el criollazo del barrio. Un Perú en el que los peatones podamos sentirnos protegidos por nuestra propia voz, sin tener que correr a buscar a un policía vago, irrespetuoso e ignorante que dobla el reglamento de tránsito para favorecer su bolsillo y no al que tiene la razón.
3. Quiero un Perú en el que se le pague a los trabajadores lo que merecen por su esfuerzo. En el que los empresarios -peruanos y extranjeros- no crean que nos están haciendo un favor dándonos un puesto, pagándonos una porquería, explotándonos con horas extras no pagadas, no poniéndonos en planilla, no reconociendo nuestros esfuerzos con lo que nos merecemos, no pagando al Seguro Social ni al banco nuestra CTS. Un país en el que, cuando nos saquen de un trabajo, podamos recibir automáticamente lo que nos deben por tiempo de servicio, por liquidación y por todo lo demás que nos merecemos por ley y que, por hacerlo, no nos digan que somos desagradecidos, que no les devolvemos el "favor" que nos hicieron al darnos un puesto de trabajo, que los "traicionamos" y "no nos pusimos la camiseta". Quiero un Perú en el que se te respete por lo que haces y no se te trate como un pedazo de maquinaria, como un "recurso humano" aprovechable y dispensable.
4. Quiero un Perú en el que la derecha y la izquierda se respeten al caminar, en el que las líneas de la calzada no sean solo sugerencias que todos pasan por encima, en el que dos carriles sean dos carriles y no cuatro. Un país en el que los conductores no borren de su campo visual a los peatones y estos tengan que hacer piruetas para pasar de un lado al otro de la calle, arriesgando sus vidas. Solo el 5% tiene automóvil. No quiero un Perú en el que vivamos en una dictadura de la minoría más fuerte, que insulta y acelera en lugar de callar y detenerse para dar pase al más débil, el que no tiene una máquina de una tonelada para defenderse. Quiero un país en el que el PARE de las esquinas signifique contar hasta tres, ver si viene un auto o un peatón y estar consciente de quién tiene la preferencia, sin gritos, sin discusiones, sin insultos, sin bocinas.
5. Quiero un Perú en el que los peatones sean igual de responsables. En el que crucen por las esquinas y usen los cruceros peatonales, los puentes y caminen por la veredas. Quiero un Perú en el que los padres no arriesguen las vidas de sus hijos haciéndolos cruzar por donde sea. Quiero un Perú en el que las ambulantes que dan desayuno en las esquinas no pongan sillas en la pista y los patancitos de la cuadra no caminen en medio de la pista esperando que los autos los esquiven porque viven por ahí y se creen los dueños del asfalto cercano a sus casas.
6. Quiero un Perú en el que nos atrevamos a decirle al policía malcriado, ignorante o corrupto "usted no es mi jefe, yo soy el suyo porque le pago con mis impuestos y yo puedo decirle que está haciendo mal su trabajo". Que podamos acercarnos a un efectivo y decirle que realmente es un "defectivo" que no hace respetar su uniforme y que el hecho de que le paguen poco no significa que tenga que dejar de hacer su trabajo, porque, de ser eso una excusa, entonces el 99% de peruanos no trabajaríamos. Quiero un Perú en el que el policía no exija respeto, sino que imponga autoridad con el ejemplo, con el conocimiento y la aplicación de la ley.
7. Quiero un Perú en el que me dejen pasar cuando estoy entrando a un supermercado que decidió poner un banco en su puerta pero no le enseña a sus clientes desconsiderados a hacer bien la cola, de a uno, pegados a un lado en el que no sean un obstáculo para quienes queremos pasar. Quiero un país en el que quien sacó sus cosas del carrito o la canastilla de compras tenga la mínima educación de ponerla a un lado y no dejarla tirada en medio del corredor para que el siguiente cliente sea quien arregle su desorden. Quiero un país en el que la cajera que tiene un problema con un cliente le avise a los que están esperando detrás que va a demorar y que, si desean, pueden pasar a otra caja.
8. Quiero un Perú donde las combis respeten los paraderos no solo para dejar pasajeros, sino también para recogerlos. Donde no pongan la radio a todo volumen y se olviden que tienen vidas en sus unidades, vidas que deben cuidar en cada cuadra, en cada esquina, en cada curva. Quiero un país en el que, si no lo hacen, pueda llamar a alguien que me proteja de ellos, que los sancione ejemplarmente, que les ponga una multa y que la paguen porque se la merecen. Y que no sigan manejando por irresponsables y asesinos.
9. Quiero un Perú en el que, cuando vea a los políticos, no desconfíe de cada una de sus palabras. En el que mis representantes en el Congreso lo sean realmente, y que no representen solo a sus familiares y amigos. Que digan la verdad, que no inventen cuando no saben, que reconozcan sus errores y que piensen y hablen por sí mismos y por quienes los eligieron, no por los partidos que los cobijaron porque pagaron mil dólares más que alguien más decente que ellos. Quiero un país en el que pueda elegir si un congresista debe o no seguir en su puesto porque es un corrupto, un mentiroso, un aprovechado o porque no cumplió con su trabajo como lo esperábamos quienes lo elegimos. Quiero un país en el que tengamos menos líos de congresistas mediocres y más tiempo para solucionar los problemas de los que los eligen esperando que algún día alguien los represente de verdad. Quiero un Perú donde por lo menos hayan 120 personas honestas, que devuelvan la categoría de Palacio a la sede del Poder Legislativo. Quiero un Perú en el que los políticos hablen menos y den más el ejemplo con sus acciones.
10. Quiero un Perú en el que todos los medios sean sinceros. En el que no crean que, por ser el "cuarto poder", pueden hacer y decir lo que les da la gana. Que no sean abusivos y que, si tienen intereses ideológicos, políticos, económicos, religiosos, etc. lo digan abiertamente y no se escondan detrás del sagrado derecho a la libertad de expresión para meterle por el rabo sus mentiras y manipulaciones a un pueblo que necesita crecer, creer y no ser mecido. Ya tenemos suficiente con los políticos para esto. Quiero un Perú en el que los medios no creen ni utilicen organizaciones defensoras de las libertades para solo defender sus negociados y las mermeladas propias y de sus amigos. Quiero un país en el que los medios digan abiertamente, como lo hacen en otros lugares más civilizados, que apoyan a un proyecto político y a su candidato. Y que expongan sus razones sin denostar ni destruir a nadie que no está de acuerdo con ellos. Quiero un país en el que las empresas y los grupos de poder no compren el silencio o los ataques de los medios.
11. Quiero un Perú en el que todos sepamos adónde ir cuando nos mienten, cuando nos engañan, cuando se aprovechan de nosotros. Y que no tengamos que hacer colas ni pagar porque nos defiendan. Que seamos escuchados cuando necesitamos que nos escuchen y que nuestros reclamos sean resueltos con rapidez, eficiencia y buena onda. Quiero un país en el que no tenga que quedarme callado cuando me pasan por encima solo porque todos callan, porque todos se han resignado, porque todos dicen "así es el Perú, ¿qué se va a hacer?". Quiero que se pueda hacer, que el Perú no "tenga" que ser de una determinada manera, que seamos lo que queremos, que se respete a las minorías y que nadie se burle de las diferencias.
12. Quiero un Perú en el que pueda lanzarme al Congreso solo, sin tomarme fotos enternado, sino mostrando mis brazos tatuados, sin que nadie me tenga que decir lo que tengo que decir para llegar a hacer algo por mis hijos y los tuyos. Quiero un país en el que, si un partido me acepta, no sea porque soy negocio para sus líderes, que me dejen decir lo que pienso, lo que quiero, así esté en desacuerdo con sus consignas. Un país en el que puedo ser congresista y decir "NO votaré con ustedes porque NO estoy de acuerdo" y que no tenga que escapar de mis principios porque me dieron espacio para representar a quienes quieren que hable por ellos. Quiero un Perú en el que tenga verdadera libertad para hablar en el lugar donde debo hablar para que las cosas cambien, sin bancadas pétreas, sin arreglos debajo de la mesa, sin toma que te doy, sin lobbies ni regalos que devolver.
13. Quiero un Perú donde la educación no sea un privilegio de pocos, sino un derecho de todos. Un país donde no me impongan una cruz o un número seguido de varios ceros para poder saber algo más de lo que supieron mis padres. Quiero un país en el que mis neuronas y mis inseguridades sean tratadas con libertad y no adiestradas con temores. Quiero un Perú en el que pueda cuestionar lo que me enseñan en lugar de paporretearlo para sacarme un 11 que me vuelva un mediocre o un 20 que me haga creer que soy un mejor ser humano que otros que no tienen las mismas oportunidades que yo. Quiero un Perú donde la educación la hagan los estudiantes, exigiéndoles a sus maestros a ser mejores cada día, a saber más que ellos, a estar un paso más adelante. Y quiero un país en el que mis profesores ganen de acuerdo a sus méritos, no porque son amigos de este líder sindical o porque le huelen los pedos a este ministro o congresista del mismo partido al que pertenecen.
14. Quiero un Perú donde los niños no tengan que limpiar lunas de los carros ni hacer malabares en las esquinas para comprarse un lápiz con el cual aprenderán luego a votar por el que les regale una bolsa de arroz o un calendario.
15. Quiero un Perú donde no tengas que esquivar escupitajos en cada esquina, donde no tengas que arrodillarte para exigir tus derechos como si fueran favores, donde no tengas que comer de las sobras de tus jefes, quienes luego te botan a patadas y le dan una coima al inspector laboral para que pase por alto lo que te corresponde por tus esfuerzos.
16. Quiero un Perú donde las personas sepan que a su lado camina otro como ellos, que no lo atropellen, que no lo pisoteen, que no lo obvien ni lo olviden. Quiero un país donde tengamos consideración por el otro, en el que no vivamos como si fuéramos los únicos habitantes de una isla en la que peleamos con monos por conseguir uno de tantos cocos en uno de tantos árboles. Quiero un Perú donde respetarnos sea automático, no forzado ni impuesto por multas y letreros amenazadores en oscuras esquinas en las que cualquiera te puede robar o golpear.
17. Quiero un Perú donde la calle no sea de nadie, sino de todos y de cada uno. Quiero un Perú mío y tuyo, pero también nuestro. Quiero un país donde la cola sea de a uno, donde tengamos ojos a los lados y no solo al frente para recordar que donde nos paramos a conversar o donde dejamos estacionado el auto es también el lugar por donde podría pasar una joven pareja con su bebé en un cochecito que tendrán que sacar a la pista porque tú te olvidaste que no solo vives, sino que convives.
¿Quién aceptará mis planteamientos? ¿Quién se atreverá a no cobrarme un centavo ni pedirme nada a cambio para permitirme entrar al Congreso con estas ideas? ¿Quién va a permitirme ser yo durante cinco años y decir lo que pienso para hacer de este país un mejor lugar para todos? ¿Quién va a darme un número sin que tenga que decir que comulgo con su ideología, que soy "ista", sino que solo quiero llegar al Congreso para poner en práctica mis ideas sobre lo que creo que debe ser el Perú? A ver... quiero ver quién.
Nadie lo hará. Ningún partido tendrá los cojones. Y los demás candidatos seguirán haciendo sus ofertas. Y los partidos seguirán vendiendo números a quien les dé o les prometa más. Solo por eso no seré congresista ni serán congresistas ni presidentes los miles que piensan y quieren lo mismo que yo. Y el Perú seguirá siendo de algunos, justamente de quienes no debería ser.